Carlos Chaouen, qué grande
Na, que me estoy acabando el CD y me flipo con las letras de este hombre...
Semilla en la tierra
Duele, la vida como un puñal hay veces que duele.
Y nada tiene que ver con tu boca
que hecha para besar hay veces que muerde,
que anuncia cordura y a veces se vuelve loca.
Y duele porque la piel no es materia inerte,
y duele porque el querer es dolerse a veces.
Tiembla, la vida como con miedo
hay veces que tiembla,
y nada tiene que ver con el aire
que mueve tu ropa en noches de luna escueta,
que aprieta, suelta, y evoca y me enloquece.
Y tiembla por los latidos que tú provocas,
y también porque el querer es temblar a veces.
Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón,
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón,
que tengo poco aire en el pulmón,
lo que tengo es un castillo en el cielo.
Si viene la guadaña a mi rincón,
enjuágame la frente en tu sudor,
y le das un beso a todos si me muero,
y le das un beso a todos si me muero.
Ríe, la vida como un volcán hay veces que ríe,
y nada tiene que ver con el tiempo,
se ríe porque para ella somos tan leves
como el humo azul que del pudor se desprende.
Y ríe porque tu llanto se lo merece,
y también porque el querer es reírse a veces.
Vive, la vida por compasión
hay veces que vive,
y nada tiene que ver con la muerte.
Y cuando llegue ese instante
déjame verte,
que no hay mayor libertad
que tenerte enfrente.
Y que nadie sea absuelto
por no quererse,
y vive porque el querer es vivir con creces.
Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón,
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón,
que tengo poco aire en el pulmón,
lo que tengo es un castillo en el cielo.
Si viene la guadaña a mi rincón,
enjuágame la frente en tu sudor,
y le das un beso a todos si me muero,
y le das un beso a todos si me muero.
Y si todo es semilla no me dolerá la astilla
que sangran de mi costado
tus andares de chiquilla.
Y no me digas nada,
déjame a mi en mi ventana,
con los pies del otro lado
yo me fumo mis mañanas.
Igualito que el Bustamante o el Bisbal...
Semilla en la tierra
Duele, la vida como un puñal hay veces que duele.
Y nada tiene que ver con tu boca
que hecha para besar hay veces que muerde,
que anuncia cordura y a veces se vuelve loca.
Y duele porque la piel no es materia inerte,
y duele porque el querer es dolerse a veces.
Tiembla, la vida como con miedo
hay veces que tiembla,
y nada tiene que ver con el aire
que mueve tu ropa en noches de luna escueta,
que aprieta, suelta, y evoca y me enloquece.
Y tiembla por los latidos que tú provocas,
y también porque el querer es temblar a veces.
Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón,
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón,
que tengo poco aire en el pulmón,
lo que tengo es un castillo en el cielo.
Si viene la guadaña a mi rincón,
enjuágame la frente en tu sudor,
y le das un beso a todos si me muero,
y le das un beso a todos si me muero.
Ríe, la vida como un volcán hay veces que ríe,
y nada tiene que ver con el tiempo,
se ríe porque para ella somos tan leves
como el humo azul que del pudor se desprende.
Y ríe porque tu llanto se lo merece,
y también porque el querer es reírse a veces.
Vive, la vida por compasión
hay veces que vive,
y nada tiene que ver con la muerte.
Y cuando llegue ese instante
déjame verte,
que no hay mayor libertad
que tenerte enfrente.
Y que nadie sea absuelto
por no quererse,
y vive porque el querer es vivir con creces.
Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón,
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón,
que tengo poco aire en el pulmón,
lo que tengo es un castillo en el cielo.
Si viene la guadaña a mi rincón,
enjuágame la frente en tu sudor,
y le das un beso a todos si me muero,
y le das un beso a todos si me muero.
Y si todo es semilla no me dolerá la astilla
que sangran de mi costado
tus andares de chiquilla.
Y no me digas nada,
déjame a mi en mi ventana,
con los pies del otro lado
yo me fumo mis mañanas.
Igualito que el Bustamante o el Bisbal...
Comentarios
Justo hoy me ha dado por escuchar esta canción, he empezado y no puedo parar. Dice demasiado...
PD: voy a ver tu blog...
Por cierto quiero conseguir el disco en original y no hay forma, ¿teneis idea de donde encontrarlo? Un saludo